Conferència de Pablo d’Ors en la seva visita al seminari de silenci de Barcelona el 28 de juny de 2016, on ens va parlar sobre el nostre carisma. Hem intentat recollir molt acuradament tot el que va dir, respectant expressions i girs col·loquials habituals dels discursos propers. També hem respectat l’idioma castellà en el que s’expressa, esperant que així les seves paraules arribin amb tota la seva força.
LA IMPORTANCIA DE CONOCERSE Y AMARSE A UNO MISMO
Sólo si nos conocemos a nosotros mismos nos podremos amar; sólo si nos amamos a nosotros mismos podremos amar a los demás; y solamente si nos amamos a nosotros mismos y amamos a los demás, podremos vislumbrar algo de eso que los creyentes llamamos Dios, pero que podríamos llamar el misterio de la vida.
Por lo tanto, la secuencia que nos interesa es: Nosotros hacemos silencio, no sólo silencio externo sino también silencio interno, silenciamiento, para conocernos a nosotros mismos. Si nos conocemos podremos amarnos, porque nadie puede amar lo que no conoce. Si nos amamos podemos amar a los demás, porque nadie puede dar lo que no tiene; no podemos amar a otros si no nos amamos. Y si hacemos la experiencia del amor a uno mismo y a los otros, entonces estamos cerca de eso que llamamos Dios de la vida.
Todo esto que voy a decir entra dentro de este horizonte. Hay muchas maneras de conocerse a uno mismo, de saber quiénes somos, pero seguramente, la más directa y la más rotunda es la que nos proporciona el silencio, la experiencia de la meditación.
MÉTODO Y CAMINO
En Amigos del Desierto estamos convencidos de la importancia no sólo del método, sino también del camino; no solamente del coche sino también de la carretera. Esta carretera yo la he ordenado recogiendo la mística clásica carmelitana. En la mística carmelitana se inicia el camino con un proceso de conversión, se pasa después a la purificación, es decir de limpieza, una vez has limpiado puedes recibir la luz de la iluminación, pudiendo hacer después la experiencia de la unificación. Este camino se compone de cuatro jalones. El primer jalón, la conversión, un segundo jalón de purificación, un tercero de iluminación y un cuarto de unificación.
Primero hay que entender qué significa conversión. Conversión significa lo contrario de diversión. Diversión es vivir hacia fuera, y conversión es mirar hacia dentro. Diversión es vivir en clave de entretenimiento, “a ver si me entretengo esta tarde y hago cosas”. Conversión no es entretenerse, sino intratenerse. El primer paso para la conversión es ir entendiéndonos como un campo de cultivo, donde pueden florecer cosas.
Tenemos que convertirnos sencillamente a la simplicidad, a ser sencillos. Realmente sólo lo espiritual es sencillo y sólo lo sencillo es espiritual. Por lo tanto, hemos de convertirnos de cambiar nuestra mente; preguntas complejas no tienen ningún interés.
En segundo lugar, convertirnos significa también liberarnos de la búsqueda de la perfección, lo que debemos hacer es alcanzar la pureza de corazón. No nos tiene que interesar hacerlo perfecto, lo importante es entregar en nuestros espacios de silencio, todo lo que somos; si estamos confusos, o turbados, entregamos eso.
Normalmente tenemos una gran inquietud, purificar significa domar la fiera. Domar primero la inquietud corporal, después la inquietud mental. Tenemos cientos de distracciones. Las distracciones nos sacan de nosotros mismos, caemos en ellas una y otra vez… Después de la purificación corporal y mental lo siguiente es la purificación de nuestras sombras. La vida nos ha herido, también nosotros hemos herido, y eso nos ha dejado una huella que se nos aparece en el silencio. No conozco un camino que limpie como la meditación. Las terapias curan, pero hay cosas que las terapias no pueden curar. Las terapias son necesariamente analíticas, en ellas se manejan muchas palabras y las palabras son multiplicidad; pero el silencio, no es análisis sino síntesis. El silencio cura no multiplicando, sino unificando, que precisamente es lo que necesitamos, estar unificados, ser uno, no estar divididos y rotos. El silencio tiene un poder curativo increíble, no conozco otro igual.
En el nivel en que las heridas empiezan a sanarse, a curarse, empiezas a amar tu fragilidad; porque esa es la cuestión, no meditamos para ser fuertes, sino para convivir serena y alegremente con nuestra fragilidad. Meditamos para estar en la vida, para estar vivos, y la vida es frágil. Si rechazamos la fragilidad, estamos rechazando la vida, entonces estás construyendo un castillo en el aire, te estás montando la película
El hombre más iluminado es el más compasivo, es decir, aquel que tiene un corazón más de carne. Y cuando empiezas a purificar ¿qué descubres? Descubres la luz. Y ¿qué es eso de descubrir la luz? Sencillamente es descubrir quién eres tú, y qué estás haciendo aquí, y qué tienes que hacer. Y ¿quién eres tú? Pues tú no puedes entender quién eres sin el otro. Yo no vengo aquí, en este caso a Barcelona, porque yo sea muy bueno o muy virtuoso, sino que vengo aquí porque vosotros sois mi familia. Esta es la auténtica experiencia en la iluminación. La constatación de que todos somos una familia. No es cuestión de bondad, es cuestión de que sabemos que todos somos uno. Y esa es la meta, la unificación.
Sentirse unificado no significa sentirse uniforme, o univoco, significa que dentro de ti hay una convivencia armónica en lo que tú eres, sin estridencias, te sientes unido a los demás y al universo, y eso da alegría y fuerza.
AMIGOS DEL DESIERTO
Es lo que proponemos modesta pero rotundamente, a todo el que quiera, vivir esto juntos. Es evidente, que el primer problema que tenemos en esta sociedad, en este mundo, es que la gente está dispersa, disgregada, estamos rotos con tantos estímulos de todo tipo. La necesidad primordial es unificar, es la simplicidad, es volver a casa. En esta andadura cumpliremos pronto tres años.
He descubierto y los que me rodean también lo han constatado, que aquí nuestros contemporáneos no sólo tienen necesidad de silencio, -esto es evidente, con tanta gente que quiere entrar en los seminarios-, sino que, aunque de manera menos explícita, pero bastante clara también, existe una necesidad de reconciliarse con nuestra patria espiritual, es decir, con el cristianismo, ¿por qué? pues porqué el cristianismo es nuestro pasado, nos guste o no nos guste, y si nosotros negamos nuestro pasado, nos negamos a nosotros mismos. Yo siento que es importante presentar nuestra tradición de sabiduría que se llama cristianismo, de una manera actualizada, es decir que responda a nuestra sensibilidad y a nuestro lenguaje. Poner de manifiesto que esto es una propuesta universal, que vale para todo el mundo, como seguramente también valdrán el budismo y el sufismo y tantas cosas.
Para eso hemos creado esta red de meditadores que no es un grupo, comunidad o movimiento, sino una red; porque en ningún momento queremos hacer prosélitos, lo que interesa es ofrecer instrumentos a la persona para desarrollar su aventura interior. Si luego quieren continuar con nosotros, que continúen; lo interesante no es que estén o no estén con nosotros, sino ofrecer instrumentos para acometer esta aventura interior. La verdad, es que cuando uno se libera de la necesidad de tener prosélitos, entonces es cuando se empieza a ser fecundo. En ese instante, tu punto de vista no está en ti mismo ni en tu obra, sino en el otro.
Cuando el Papa habla de que el problema número uno en la Iglesia es la auto-referencialidad, el mirarse a sí misma, está diciendo exactamente lo mismo; “deja de mirarte a ti misma y mira las necesidades que hay en el mundo”, y si tu miras hacia el mundo, florecerá tu propuesta. En la medida en que nos miremos sólo a nosotros, no florecerá, será angosta y una caricatura de aquello a lo que estamos llamados a ser.
Esto lo articulamos en cuatro actividades, que son lo que llamamos retiros, seminarios, foros y vigilias.
Los retiros son para la iniciación y la profundización en este método y este camino. Los seminarios como éste, es el grupo que se reúne semanal o quincenalmente para practicar ese camino aprendido y profundizado en los retiros. Los foros son para las personas que no solamente quieren profundizar en esta dirección, sino que quieren implicarse en la asociación de manera más activa. Las vigilias son celebraciones abiertas para mostrar públicamente la fuerza del silencio y la fuerza de la palabra que nace del silencio. Las palabras tienen fuerza si nacen de lo auténtico, si nacen de lo genuino, las rechazamos cuando son palabrería, pero no si brotan del corazón. También mostramos la fuerza del signo. De la mayoría de ritos cristianos la gente sale igual que ha entrado, porque el gesto ha perdido buena parte de su expresividad y elocuencia, pero un gesto que nace del silencio tiene una gran fuerza, y esto es lo que de alguna manera me gustaría hacer visible en las vigilias,
Somos silencio, y si se cuida, cuidas la palabra y cuidas el gesto. Nosotros queremos poner esto de manifiesto.
Ser amigo del desierto supone una determinación de sentarse en silencio y en quietud todos los días. Este es el nivel básico; supone también un deseo, de compartir con otros esta experiencia de silencio y quietud diaria.